El duro camino de criminalización que atraviesan estos “encapuchados”, que para el sistema común y corriente son una especie de subcultura que trata de trasgredir los parámetros impuestos por las normas impositivas de nuestra sociedad, siendo etiquetados como delincuentes, sin tener en consideración los factores, sociales, económicos, culturales y hasta religiosos que llevan a este grupo de personas a actuar en contra de lo que esta normado como correcto, sin considerar su pelea contra un sistema que a falta de equidad se encuentra casi absolutamente colapsado, y que este grupo de personas tratan de dar un giro a este sistema monopólico que solo da señales y apoyo a un grupo socio económico acomodado y que maneja en amplitud los medios de comunicación y de protección que son vetados para estos críticos del sistema, por no poseer los medios para poder dar una respuesta a la sociedad respecto a su actuar contra determinados factores sociales.
De acuerdo a la teoría de la subcultura cuando nos referimos a los encapuchados nos remitimos a referirnos a aquellos sujetos bombardeados por los medios de comunicación dependientes de la hegemonía tanto política, social y económica.
El tema de la subcultura se sitúa como el eje central en la explicación, de el problema de la criminalidad juvenil, dando mensajes de estos grupos juveniles un escaso acceso a los medios alternativos de información y que por tanto hacen creer que efectivamente las acciones tomadas por los jóvenes encapuchados, están destinadas a realizar un cambio sociológico a partir de la rebeldía contra el sistema, al encontrarse cansados de la explotación y mala distribución de este modelo social y económico, que los margina, por su precariedad económica y estigmatización cultural.
Para COHEN, la subcultura y la delincuencia juvenil puede concebirse como “un sistema de convicciones y valores que se desarrolla en un proceso de interacción comunicativa entre niños, que por su posición en la estructura social están en una situación similar para la resolución de los problemas de adecuación, para los que la cultura en vigor no proporciona soluciones satisfactorias”
En resumen desarrollando aun más la subcultura y el tema de los encapuchados, pasa por un tema de convicciones y valores, que al no tener estos entes un mecanismo de solución de sus conflictos económicos y sociales, se rebelan contra un sistema y contra el gobierno o los represores de turno para, hacer presión a sus demandas, de forma colectiva saliendo de los cánones normativos y establecidos, haciendo presión por medio de la fuerza con el objetivo de alcanzar sus demandad sociales básicas como seres humanos, ya que no se han cumplido de forma natural la equidad con que debería funcionar una sociedad desarrollada, basándose en una estructura social igualitaria.
En cuanto al etiquetamiento, podríamos señalar que por irrumpir , destrozar y en algunos casos solo manifestarse de forma encapuchada, sin mostrar la cara pero si el descontento, ya estaríamos bajo un etiquetamiento de delincuente al no querer dar la cara el que se encuentra protestando contra el sistema que de una u otra manera le niega la posibilidad de poder romper con el circulo de pobreza o de reinserción social y cultural por su precaria condición económica que etiqueta a estos jóvenes, como futuros delincuentes potenciales al no seguir claramente una normativa básica de nuestra sociedad, interviniendo la propiedad y el orden público en rechazo a estas situaciones.
La teoría del etiquetado consiste en estudiar el proceso de atribución de definiciones negativas, esto es la acción de etiquetado, los mecanismos del control social que consiguen el etiquetamiento, los procesos de estigmatización y exclusión de los delincuentes. Atribuyéndole importancia a que los órganos de control social, aplican sus normas basándose en estereotipos etiquetados de algunos individuos como delincuentes y verificando en la identidad del individuo si se cumple con este estigma dado por el sistema.
Esta teoría que afirma que el sistema de justicia juvenil es el gran causante del problema de la delincuencia y que propugna la salida del sistema centraliza su atención en la interacción entre los agentes del control social y los delincuentes y, en como ciertos sujetos vienen a ser etiquetados como criminales. De acuerdo con su construcción ya sea primaria por causa o factores individuales, o por una desviación secundaria que sería la que ocupan en este caso los encapuchados, ya que es una respuesta a una inoperancia del sistema en cuanto a la responsabilidad de la sociedad, asignándole un nuevo rol etiquetándolos con un efecto de estigmatización de la persona, al no poder lograr encajar dentro de los cánones ya formados y normados dentro de una sociedad en que reclamar y atentar contra el orden público y la propiedad te hace un delincuente, no tomando en consideración el porqué de esta lucha de lograr los objetivos básicos sociales y culturales por medios de la fuerza y la rebeldía en la vía publica. Ya etiquetándolos por asumir que la mayoría de los que se rebelan contra el sistema y actúan bajo una capucha, carecen de una educación, pero que tampoco le da la oportunidad de reinsertarse en esta sociedad competitiva y políticamente aceptable, que para pertenecer a esta sociedad no deben transgredir las normas de los ciudadanos comunes, que no validan la represión en ninguna de sus formas como un acto valido para hacer respetar la ley y el orden preestablecido por la sociedad.
En resumen podríamos señalar que el etiquetamiento de acuerdo a las teorías vistas y al artículo analizado, se señala al encapuchado como un ser ya etiquetado dentro de una esfera social delictiva, como un futuro delincuente en potencia, y como un anarquista del sistema imperante y del sistema social, económico y cultural en que vivimos hoy en día en chile.
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